lunes, 25 de abril de 2011

El juguete roto

En la esquina de una habitación yace inmóvil una figura. El único haz de luz que atraviesa la ventana cae sobre ella. Es un lugar sucio y abandonado, lleno de polvo y humedad. Sus cortinas, alguna vez blancas, ahora tomaron un color mohoso. Pasaron muchos años desde la última vez que pisaron esa casa, sin embargo, la extraña figura sigue en su lugar, esperando.

Sus ojos están gastados, y mientras que una vez estuvieron llenos de vida, ahora reflejan la tristeza del abandono. Sus mechones dorados ahora tomaron un tinte grisáceo y deshilachado. Es una figura triste y solitaria, que en una época pasada divertía con su compañía, el amigo ideal.

Pero ahora, la historia cambió y su sonrisa se convirtió en una mueca carente de sentimiento. Está sola, sin nadie que la pueda arreglar. Es una cáscara vacía, una parodia cínica de la alegría. En algunos momentos dentro suyo aparece un hálito de esperanza, una vaga ilusión de que aparecerá un amigo o un amor que pueda devolverle aquellos sentimientos llenos de dicha y gozo. Sin embargo, casi instantáneamente recupera la cordura para darse cuenta de que esta solo, sin nadie que le devuelva lo que alguna vez tuvo y perdió, pues ¿quién querría jugar con él? si no es más que un juguete roto.