jueves, 30 de abril de 2009

Viajes

Son casi las 10 de la noche. Entro en el subte línea D y espero unos 5 minutos que se camuflan con la música que desprende mi grabador. Finalmente el transporte llega a la estación Facultad de Medicina, con destino a 9 de Julio, donde hago el cambio de tren para dirigirme a Constitución.
Son casi las 10 y media. Me siento en un vagón casi vacío. Sin prestar mucha atención, miro el piso, sucio y desprolijo. La canción cambia. Nirvana: My girl (where did you sleep last night). Algo me hace levantar los ojos, un movimiento rápido, casi desubicado de aquel subterráneo, donde todos parecían dormitar o esperar lentamente la muerte.
La veo, sus delicados brazos trazan arcos en el aire, parece danzar al compás de mi música. Me hipnotiza, sus manos se mueven ágilmente logrando arrojar pequeñas bolas al aire y atraparlas en el acto. Es una niña de unos 8 años, su cuerpo es flaco, del color de los granos de café. Es una flor, una pequeña princesa que tuvo el único error de nacer en el momento equivocado, en el lugar equivocado.
La canción termina casi al mismo momento que ella, la gente ahora aplaude, pero sólo hace eso, aplaudir. Ella pasa mirando tristemente como nadie le ofrece alguna recompensa sólida, de aplausos nadie come. Se detiene justo frente mío, me mira y yo no hago nada, me abstengo hasta de respirar.
Finalmente ella se voltea, acaba de escuchar el tintineo de monedas. Un anciano levanta temblorosamente su mano y le ofrece unas cuantas a la niña que se deshace en agradecimientos. Ahora ella se dirige al próximo vagón.
Llegamos a Constitución. Me levanto y paso por al lado del anciano. Lo miro y trato de sonreírle, pero me detengo en medio de esa intención, aterrado, mi rostro se palidece con la misma velocidad con la que se apaga una vela consumida. Sus ojos eran blancos.
Salgo a la calle, me prendo un cigarrillo que sabe a vergüenza. Camino. Son casi las 11 y la canción cambia.

martes, 28 de abril de 2009

El arte de escribir: Una Carta

Por Natalia Grinschpun

Lo importante es descubrir el objeto de mi mensaje. Me acerco muchas veces, pero no llego a descubrirlo completamente.
Frases sueltas se arman en mi cabeza.
Palabras que te describen, que me describen, que nos describen. Que reflejan esa felicidad que se desborda por los ojos plagados de luz, de esa que si la miramos de cerca, logramos que nos acaricie, haciéndonos cosquillas en la panza.
Las palabras descriptivas te reproducen, te llevan al lado del otro, te acercan.
Y entonces, logro quedarme bien quieta, a sólo centímetros de tu rostro, pudiendo observar a la perfección cada detalle de tu ser.
Escrutándote de cerca, con esa mirada que examina con una turgencia desconocida, que te descoloca.
Pero todavía hay tanto por descubrir…
Sería capaz de mover la luna si logro deducir la emoción de tu asombro, esa que te parte al medio, y se deleita con los espirales infinitos escondidos en tus pensamientos.
Y así, lograr que la suavidad de tus ojos se extienda indefinidamente, destilando eso que yo siempre vi en vos, lo que termina siendo inherente a tu estilo.
Tenés luz, hermosa, anaranjada, cálida y protectora. Es abrasiva y a la vez discreta. Es única. No la escondas.
Te regalo toda parte de mi ser que ayude a “completar” el tuyo.
El sentimiento no es más que un mensajero de esa misma prueba.
La prueba de completarte

Espero poder descubrir el objeto de mi mensaje a tu lado.

martes, 21 de abril de 2009

Criaturas Fantásticas pt 1: El último Dragón

El cielo se oscureció de pronto. En un día completamente despejado sus gigantescas alas lograron eclipsar al sol. Se escuchan golpes de garras, enfrentamientos, rugidos escalofriantes que encojen el corazón de los más valientes. Apenas se ven las criaturas, son flashes rojos, blancos y negros. Vuelan y pelean.
El cielo arde, el fuego que vive en el interior de esas bestias se hace material y la llamarada golpea con fuerza la montaña, provocando derrumbes y avalanchas. El pueblo que mira desde abajo tiene miedo, toma sus cosas y huye. No queda nadie, salvo por un pequeño niño, de unos 7 años, que no pudo escapar de uno de los derrumbes y quedó preso en la montaña. Ahora para sobrevivir, solo le puede subir.
Llaga a la cima, es espectáculo es tremendo, la bestia blanca, y la negra pelean contra la colorada. Estos animales son los verdaderos reyes del mundo. Criaturas fantásticas. El niño queda impávido. Y no se da cuenta de que el dragón rojo lanzó una bocanada que va a dar justo por encima de él. Su tiempo se acaba. Fue solo gracias a la acción del blanco, que se posó arriba para protegerlo, que puede seguir viendo lo que pasa. Ahora el negro ataca, y embiste con fuerza al asesino. Están pegados, y las garras y dientes se mezclan para lograr herir mortalmente al adversario. El blanco se une y también pelea. Muerde con fuerza el cuello del dragón asesino. Este gime y se derrumba, pero un último zarpazo logra herir mortalmente al negro. Ahora son dos los que caen, y nunca volverán a volar.
El blanco llora en silencio, lamenta la pérdida de su amigo. Recién después recuerda al niño. Se eleva y lo mira directamente a los ojos. El chiquillo no tiene miedo, alza su mano y acaricia el rostro escamoso del dragón. Este se mueve al compás de las caricias. El chico lo monta, y ambos planean hasta llegar a la base de la montaña, al pueblo. El niño se baja. El dragón lo mira una última vez y se eleva y vuela muy lejos. Nunca más se lo volverá a ver… al último dragón. Pero el chico creció, y dibujó como único testigo todo lo que vio en esas tres criaturas legendarias. Su nombre es Ciruelo.

jueves, 16 de abril de 2009

El Último Cowboy

Presente

La sangre nubla sus ojos, casi ni puede ver. Baja lentamente las escaleras, sabiendo cual es su destino. No siente su brazo derecho, un agujero de bala se ve en el medio de su manga, manchando el saco azul, creando un tinte escarlata. Aún así, sonríe. Sus labios forman una mueca casi diabólica. Abajo hay más de 10 hombres esperándolo, todos armados con semiautomáticas, él no tiene nada, su pistola quedó en el piso de arriba, la última bala fue destinada a su enemigo.

Pasado, hace 20 minutos

El ascensor se detiene, las explosiones destruyen el último piso, quedando al aire libre. Se miran, todos los recuerdos del pasado que los unió vuelven al instante. Y eso dura, un instante. Una pistola, una espada. Un disparo, el furor del acero moviéndose a gran velocidad. Se entrecruzan, chocan, el olor a pólvora llena el espacio. Se abren heridas, en su pierna, en el hombro de su contrincante. Hace años peleaban juntos, espalda a espalda; ahora todo es diferente, y solo la muerte de alguno puede terminar el odio que se ilumina en los ojos de ambos. En el último golpe ambas armas vuelan por el aire.

Pasado, hace 2 días

Corre con su amada, esa mujer que lo había abandonado hace años. ¿O acaso él la había abandonado a ella? Quiso dejar su pasado atrás, y lo había logrado. Pero a gran costo, la perdió a ella, a sus amigos, a su vida. Fue un muerto viviente a partir del momento en el que se subió a su nave y voló. Pero volvió, no podía dejar de mirar hacia atrás. Un ojo que mira al pasado y el otro mira el presente. Ahora corren, las balas pasan rozando, es una lluvia de plomo lo que cae sobre ellos, y finalmente pasa. Una bala le da a ella, cae, se desvanece. El tiempo se detiene, sus ojos se agrandan, no lo puede creer, lo niega. Pero realmente pasó, ella muere en sus brazos, sus últimas palabras: “Ha sido todo un sueño”. Una pesadilla.

Pasado, hace 10 minutos

Ahora él sostiene la espada mientras que su adversario posee la pistola. Todo está a punto de acabar, los ojos se cruzan una última vez. No existen las palabras para ese momento, no existe el aire, no existe el olor, nada existe. Solo ellos dos, cada uno con un arma, cada uno herido. El cuervo se acerca, huele la muerte, la carroña. El momento se desvanece, se intercambian las armas, la espada se dirige rápidamente a su cuello, pero él fue más veloz. Un disparo, el último que va a hacer en su vida, atraviesa el pecho de su enemigo, que no lo puede creer: ahora es él el que cae.

Presente

Baja lentamente, siente que se desmaya, le cuesta seguir. Los hombres que lo esperan abajo abren con fuerza los ojos, demostrando incredulidad: su jefe está muerto, y él lo mató. Se preparan para disparar, solo eso pueden hacer. A mitad del camino él se detiene. Sonríe, los mira, levanta su mano derecha y forma un arma con sus dedos. Apunta:

"BANG!"

Farewell, Space Cowboy

miércoles, 8 de abril de 2009

Acerca de un niño

Hace exactamente 15 años una estrella se apagó para siempre. Se apagó en un cuarto con piso de madera, con cortinas blancas, con sábanas limpias. Era una estrella joven, que brilló desde su nacimiento, 27 años antes de que se esfumara en un fogonazo de pólvora y lamentos. La habitación se ilumina en un instante, y se vuelve a oscurecer, pero la única diferencia es que esta vez toma un tinte escarlata. El tiempo se detiene, no quiere seguir, se niega a aceptar lo obvio, el mundo perdió al representante de una generación.
Kurt no despierta más, el sueño terminó pero el niño ya no verá otro amanecer. Su dolor se desvanece, pero a un costo mucho mayor que cualquier otro. Una ola de sentimientos abrazaron al hombre durante toda su vida, sentimientos que no le pertenecían, pero que aún así lo perseguían, lo atormentaban, lo hacían volverse loco. Entonces, para escapar de semejante prisión Kurt se volcó en las drogas. Se entregó a ellas con la facilidad de un niño, y muy tarde se dio cuenta de que el lobo lo había engañado para tomar el camino incorrecto.
Sus padres se separaron cuando era un niño, lo hicieron sentirse solo, rechazado, abandonado. Nunca más pudo escapar de esa sensación, ni cuando hizo rugir a más de 50 mil personas, ni cuando se casó con Courtney Love, solo cuando nació su hija, Frances Bean Cobain, su pequeño tesoro. Mientras ella nacía, él estaba en una cama en el mismo hospital, peleando por dejar la adicción. Y cuando le sacaron a su hija, le sacaron su corazón, solo ahí pudo limpiarse. Pero no duró mucho. El dolor volvía, siempre volvía.
Kurt no odiaba al mundo, y mucho menos odiaba a todos. Pero se sentía decepcionado, consigo mismo, por no saber como retribuir ese cariño que la gente le daba. Una estrella se apagó, y Kurt no despierta más.


Kurt Cobain 20/02/1967-05/04/1994

lunes, 6 de abril de 2009

Amores, desamores y más enredos

Camina solo, es de noche y la lluvia golpea con fuerza la ciudad. Camina solo, y llora. Hace rato que esta llorando y aprovecha que las gotas de la lluvia camuflan sus propias lágrimas. Camina solo, por que dejó a sus amores atrás. Pero a la vez sonríe, por que pudo juntar el valor para reunirse con aquella a quien había lastimado hace tiempo y la culpa lo perseguía siempre. Finalmente la vio y supo que ella estaba bien, contenta y en medio de otra relación con un hombre ideal para ella, un hombre que podía hacerle mejor. Ya sin conocerlo, sabía que era una gran persona.
Sigue caminando solo, por que aquella mujer con la que creía que iba a estar lo abandonó en medio de una noche. Lo abandonó por cobardía e inseguridad. Lo abandonó por las mismas razones que él había abandonado otras mujeres antes, el karma siempre vuelve. Pero ella lo abandonó en medio de una fiesta, después de drogarse y empastillarse. Camina solo, y recuerda a su antigua novia, con quien estuvo dos años. Se pregunta qué será de su vida. Una vez más se cuelga pensando en ella, pero después vuelve en sí recordando por que terminaron y siguiendo su camino.
Se detiene, prende un cigarrillo, sigue caminando. Inhala un poco de humo y lo expulsa; trata de buscar formas en esa nube gris que sale de su boca. Entonces piensa, piensa en esa reunión tardía con su vieja amiga, aquella mujer que tenía la personalidad más fuerte que él había visto en una mujer, y que por eso, cuando la vio llorar una parte de su alma también lloró. También está su antigua compañera de trabajo, la única mujer que lo dejó impactado, casi estúpido, sin poder ni siquiera hablarle. Recuerda que hace poco tuvo el valor de decirle lo que le pasa y confesarle que sabía que él no era el adecuado, sino su ex novio, quien era un excelente humano y una gran ayuda en momentos difíciles. Piensa en su mejor amiga, a quien no ve hace rato, a su “hermanita”, como solían llamarse. ¿Qué será de su vida? ¿Habrá podido encontrar a alguien ella? Espera que si…
Pero él no esta completamente solo, también esta su otra amiga, quien cuando él la necesitó siempre estuvo presente para ayudarlo, ella y su hermana. Ella lo conoce como a un libro, cosa que siempre lo aterró. Su hermana, la mujer más molesta que él conoció en su vida, tiene una personalidad increíblemente fuerte, y una actitud que conduce a la fascinación inmediata. Las dos juntas son la mejor dupla que conoció en su vida. Por eso el camina solo, pero siempre va a estar acompañado. Llora, pero de alegría al saber que siempre va a haber alguien para ayudarlo.