jueves, 26 de marzo de 2009

22 Canciones

Soy un pasajero más. Miro por la ventana del tren y veo los árboles pasar, como si fuesen fantasmas. La velocidad de la máquina no me permite distinguir uno del otro. Afuera todo es verde, adentro, el vagón apesta a miedo. La mayoría de los ocupantes son jóvenes, de la misma edad que yo, aproximadamente unos 24 años. Todas las caras están tensas, todas demuestran que se viene una época diferente en nuestra vida. Londres llama, hay guerra y yo quiero llorar. Cada parte de mi cerebro me pide a gritos que me baje del tren, que no responda al llamado de la capital del país. Pero también recuerdo las noches de Brickfield, mi pueblo natal. Pienso en las amistades, las que dejé atrás, las que perdí. Pienso en mi mejor amigo, Bonzo, que se va Bitsburg, en busca de un futuro mejor; espero que lo consiga. Miro una vez más a mis acompañantes, miro sus ojos y me doy cuenta de que no somos nada, somos soldados descartables. Nos mandarán al frente para morir por una patria que no llorará nuestra pérdida, simplemente buscará nuevos reemplazos. Soy hombre, soy tú, tú eres yo.
Mi vida todavía no termina, pero si hoy mismo muero sé que viví. Fui un adolescente, amé, lloré e incluso combatí la ley. Llega la hora de pelear por lo imposible, trepar la montaña para cortar la punta. Pensé en pelear por lo justo, ayudar a la revolución, a que haya anarquía en la UK, pero ahora el ejército me busca para otro tipo de guerra, uno que codicia la muerte de jóvenes. Es verruga horrible que apesta a muerte.
Cada minuto que pasa me aterra más y más. La guerra esta cerca. A veces desearía tener el apoyo de las armas de Brixton. Esos hombres no le temían a nada, se preparaban para la pelea desde el nacimiento. Yo, simplemente soy un pueblerino tonto, que se divertía con la canción del gusano, una estupidez infantil. Me pregunto ¿Es este el significado de la vida? Ojala alguien pudiese enseñarme eso. También pienso en el amor que espera mi vuelta, el cariño de mi chica Yeye, que lloró tres días seguidos mi partida. Le prometí que volvería para casarme con ella y tomarnos unas vacaciones bajo el sol. Trato de olvidar lo que viene, y para tranquilizarme silbo una canción alegre desesperanzada, pero es en vano. Sufro de una crisis de personalidad, que me impide viajar a otra realidad.
Fue en ese momento cuando alcé la vista y me fije en tu mirada, al otro lado del compartimiento. Esa mirada algo vacía, una mirada que reflejaba que estabas pasando por lo mismo que yo. Confusión, desilusión, pánico. Una mirada pérdida, como cuando alguien te patea mientras estas elevado por el efecto de la droga. Ese es el principal ofensor, el pánico, el terror a morir. Un daño cerebral que provoca locuras nunca antes vistas. Pero siempre estaré a tu lado, mi nuevo amigo. Siempre te ayudaré a seguir adelante pese a todo y te puedo asegurar, que mientras yo viva, tú nunca caminarás solo.

Escribi esto mientras escuchaba 22 canciones, traten de encontrarlos en el texo, hay en ingles, en castellano y una sola en alemán :P

viernes, 20 de marzo de 2009

Stage Dive

La luces apuntan directamente su rostro, lo encandilan. Pero a él no le molesta, ya está acostumbrado. No es la primera ni la última vez que va a ser el centro de atención de miles de ojos, todos enfocados directamente en él. Hace rato que perdió su remera. Gotas de sudor caen desde su frente hasta su torso desnudo. Se sofoca, siente que pierde la voz, pero casi al instante la recupera. No puede detenerse ahora, ya va por la mitad del camino y esa noche no se olvidará jamás. Está en su lugar, es un experto y sabe lo que hay en juego. Grita, y la gente lo sigue mirando, casi sabiendo lo que se viene. Por primera y única vez en toda la noche, el hombre duda, tiene 47 años, el tiempo deterioró su fuerza, no sabe si debe seguir adelante o renunciar. Recuerda momentos pasados, recuerda a Rieke Lax, la niña de 16 años que murió en uno de esos momentos, la noche más larga de su vida. Un pasaje al infierno de ida y vuelta. Pero eso queda atrás, ya no duda, sabe que hacer, es el momento justo. Se prepara y se lanza al vacío. La gente se agolpa, lo sostiene, mientras el surfea la multitud que lo aclama. Sigue cantando mientras sus fanáticos se funden en un colchon interminable en el cual el rueda y patalea. La seguridad lo toma, lo devuelve al escenario. El transpira todavía más. Pero sonríe, saluda a la gente y ríe con ella. Toma una de las cervezas que estan al lado de la tarima y la bebe, arroja un poco a sus seguidores y se prepara para el próximo tema.

jueves, 19 de marzo de 2009

Paseo Nocturno

Prendo un cigarrillo, y miro hacia la playa. Hace rato que pasó la medianoche. El sueño no aparece y no puedo dormir. Mi mirada se pierde en el océano y el ruido de las olas me atrae. De pronto, veo algo más. Una sombra aparece. Se mueve muy lento, casi flotando, como la niebla. Se dirige a la playa. No puedo distinguir bien que es, parece un fantasma, un alma que apenada busca su lugar en el mundo. El viento sopla y espanta a las nubes que tapaban la luna, y esta dirige toda su luz para iluminar a la sombra. Finalmente la puedo distinguir. Es una mujer, joven. Lleva un camisón blanco largo hasta los pies. Esta descalza. Camina lentamente, como si no quisiera, y se acerca cada vez más al mar. Este la mira expectante, ahora las olas se mecen al compás de la mujer, cada paso, una ola. La llaman, la incitan a seguir. La mujer se detiene, no sabe que hacer. Finalmente deja de dudar, y retoma sus pasos hacia el mar, que cada vez ruge más fuerte, como tratando de espantarla. Apenas moja sus pies descalzos, demuestra que todavía es humana, un estremecimiento por el frío. Pero sigue caminando, y se adentra cada vez más en el océano. Finalmente el agua le llega hasta la cintura, deja de temblar y mira una única vez al mundo que deja atrás. Siento que me mira a mi. Sonríe, mientras una sola lágrima plateada cae por sus mejillas. Mi garganta se cierra, no me deja gritar. No puedo advertirle que una ola enorme se alza a sus espaldas, la engulle, y ella desaparece. El cigarrillo se apaga, ahora es todo oscuridad. ¿Acaso fue una visión?

martes, 17 de marzo de 2009

Un pasado verde

El viento sopla, acaricia mi cara. Mi mirada se dirige hasta el horizonte, trata de distinguir donde termina la linea del mar y comienza la del cielo, pero es imposible. El sonido de las olas chocar contra la gran isla verde, me estremece; más que el gélido viento, más que cualquier otra cosa. Pero mi mirada nunca se aparta, sigue apuntando al mar. A medida que respiro, no parece aire lo que sale de mis pulmones hacia afuera, son emociones. Una carrera de emociones que corren desbocadas desde mi corazón hasta afuera, tratando de ser la primera en llegar a ser libre. La primera es pánico. Desde esa altura me siento pequeño, ante tan vasto paisaje soy insignificante. La segunda es felicidad, una lágrima trata de escapar de mi ojo, pero mi amor propio la detiene. La tercera emoción es la tristeza, sabiendo que pronto me llegará el momento de partir y abandonar la isla. La Cuarta y última emoción, es la nostalgia, sabiendo que no tardaré mucho en extrañar este lugar. Miro una última vez, el paisaje es demasiado hermoso, aunque el cielo esté tapado por nubes, aunque el frío y el viento me congelen hasta los huesos. Las olas rugen, el viento aumenta, es hora de partir. Aún así, sé que algún día, volveré a la isla verde, a la cual llegué a llamar hogar, a Irlanda.



Feliz San Patricio a todos

lunes, 16 de marzo de 2009

El Cazador

Un segundo hace la diferencia. Un segundo en el cual uno puede escaparse para vencer. Pero no cualquier segundo. Si uno se apresura, todo se cancela, si uno se demora, lo atrapan. Por eso el atacante tiene que saber cuando actuar, ni demasiado pronto, ni demasiado tarde. Toda su vida se refleja en ese momento, pasan como flashes a través de sus ojos. Cada momento por los que tuvo que pasar, cada día bueno y cada día malo. Su contrincante lo presiona, lo empuja, no quiere que escape; pero él sabe, que su momento todavía no llegó y espera tranquilo. Años pasaron, pero el se mantiene igual, es un cazador, su presa, siempre la misma. La busca por diferentes lugares del mundo y es conocido en toda Europa por sus hazañas. Temido y respetado por igual, el cazador tuvo muchos compañeros, algunos lo criticaron y abandonaron, otros se mantienen a su lado. Pero no es este el momento para pensar en eso, ahora esta por llegar el momento en el cual tiene que actuar para vencer a su presa. Ya acechó demasiado tiempo y ya había abierto una herida en el día. Él está expectante, lo ve venir, lo siente, como ya lo había sentido antes. Llegó la hora de actuar, ese segundo. Se escapa, su oponente no se dio cuenta y ahora trata de seguirlo, pero es demasiado tarde. El cazador lo deja atrás y su presa esta casi indefensa, solo queda un obstáculo más que vencer, y no es difícil. Lo logra, una vez más triunfó. Su número de victorias personales en su país llega a los 300.


Grande Pippo Inzaghi: 300 goles en el calcio italiano y máximo goleador en torneos europeos: 65 y subiendo.

viernes, 13 de marzo de 2009

5 Hermanos

Eran 5 hermanos que decían “quiero ir a las estrellas”. Y se esforzaron, cada uno a su manera, para lograr su sueño. El primero era perezoso y pensaba que las estrellas iban a ir a él. Se quedó esperando y mirando la noche, considerando que pronto los astros lo llamarían. Se quedó esperando día y noche, hasta que murió de hambre y frío. Eran 4 hermanos que decían “quiero ir a las estrellas”. El segundo hermano era necio, y usó todos sus recursos para comprar los mejores elementos y contratar a los mejores ingenieros que le diseñaran una nave para viajar. Lo que nunca hizo fue aprender a manejarla, por lo que apenas despegó la nave se estrelló y lo mató. Eran 3 hermanos que decían “quiero ir a las estrellas”. El tercer hermano era avaro, y decidió comprar maquinaria barata y contratar ingenieros falsos para su nave. Cuando terminaron el tercer hermano se dispuso a viajar. El cuarto hermano, que era envidioso, mató al tercer hermano y viajó en su lugar. Pero la mala maquinaria hizo que la nave vaya a la deriva y el cuarto hermano, finalmente desesperado se suicidó. Era un hermano que decía “quiero ir a las estrellas”. El quinto hermano, era pobre, no tenía los recursos de sus otros hermanos pero era valiente y nunca se rendía. Al no poder pagar un viaje a las estrellas, decidió escalar el monte más alto para aunque sea llegar a sentir el calor de las estrellas. Escaló y escaló, y mientras más subía menos aire tenía, pero el quinto hermano no se rindió y siguió subiendo, hasta que finalmente llegó a la cima. Entonces el quinto hermano se sentó y miró. Simplemente se quedó ahí, mirando las estrellas. Y estas lo miraron a él. De pronto se alzó una ventisca que envolvió al hermano y este desapareció en ella. Esa misma noche, una nueva estrella apareció en el cielo, más brillante que las demás.

Vidas

Un hombre camina por la calle y prende un cigarrillo. El semáforo lo hace detener, y mientras espera, mira a su alrededor. Mira a unos niños, de apenas 8 años. Los mira correr y reír mientras pasan entre la gente. Juguetean entre las calles que los vieron nacer, las mimas calles que en la noche los congela cuando intentan dormir. Cansados de la vida triste que viven, los chicos crearon su propia realidad, donde nada los lastima; donde viven felices. Mientras juegan, pasan por al lado de una niña que llora. Está volviendo del colegio, pero sola. A lo lejos, mira como un grupo de compañeras transitan el mismo camino que ella, y sin embargo, prefieren que no las acompañe. Se siente sola, abandonada, incomprendida. Se siente cansada de todos, siente que nadie nunca la va a ayudar. Cada noche llora en su cuarto, pidiendo que aparezca alguien que la comprenda, alguien que le de una razón para seguir caminando por estas calles. Mientras piensa en soledad, casi choca contra dos jóvenes que, ajenos al resto del mundo, se besan en la calle. Se conocieron hace 6 meses, e instantaneamente se enamoraron. Sus vidas eran trágicas. El padre de él era alcohólico y lo golpeaba, su madre había huído hace tiempo, dejándolo solo. Ella nunca había conocido a sus padres, y vivía con sus tías quienes la culpaban de todos los males y la obligaban a trabajar. Fue el destino quien los unió y desde entonces nunca se separaron. Juntos planearon el escape, en busca de una nueva vida. Ahora lo están logrando. Continúan con ese mismo beso, sin darse cuenta que alguien los mira. Es un vagabundo, apoyado contra la pared de un edificio. Los mira y recuerda. Recuerda cuando él era joven, cuando todos tenían fe en él. Recuerda su antiguo empleo, como vicejefe de una importante empresa. Recuerda viajar y como su trabajo lo hacía conocer el mundo. También recuerda la traición de su amigo, que le quitó el trabajo y más tarde lo echó, para que el hombre, ya derrotado, caiga en la adicción a la droga. Mientras recuerda, el hombre se arremanga, y clava una aguja sucia en su antebrazo, para luego sumirse en otro flash que lo saca de su triste realidad. Dos ventanas más arriba de donde el vagabundo está apoyado, una mujer de mediana edad abre las persianas y mira. Hace años que no habla, no por alguna enfermedad, sino por que no tiene a nadie con quien hablar. Su marido murió prematuramente, dejándola sola. Ahora ella se encierra en su habitación y llora en silencio, recriminándole a la vida todo lo que le robó: un marido joven, la posibilidad de tener niños, la mínima chance de alegría. El cigarrillo se termina, el hombre lo tira, mira una vez más a su alrededor y cruza la calle, buscando su propio camino.