viernes, 20 de marzo de 2009

Stage Dive

La luces apuntan directamente su rostro, lo encandilan. Pero a él no le molesta, ya está acostumbrado. No es la primera ni la última vez que va a ser el centro de atención de miles de ojos, todos enfocados directamente en él. Hace rato que perdió su remera. Gotas de sudor caen desde su frente hasta su torso desnudo. Se sofoca, siente que pierde la voz, pero casi al instante la recupera. No puede detenerse ahora, ya va por la mitad del camino y esa noche no se olvidará jamás. Está en su lugar, es un experto y sabe lo que hay en juego. Grita, y la gente lo sigue mirando, casi sabiendo lo que se viene. Por primera y única vez en toda la noche, el hombre duda, tiene 47 años, el tiempo deterioró su fuerza, no sabe si debe seguir adelante o renunciar. Recuerda momentos pasados, recuerda a Rieke Lax, la niña de 16 años que murió en uno de esos momentos, la noche más larga de su vida. Un pasaje al infierno de ida y vuelta. Pero eso queda atrás, ya no duda, sabe que hacer, es el momento justo. Se prepara y se lanza al vacío. La gente se agolpa, lo sostiene, mientras el surfea la multitud que lo aclama. Sigue cantando mientras sus fanáticos se funden en un colchon interminable en el cual el rueda y patalea. La seguridad lo toma, lo devuelve al escenario. El transpira todavía más. Pero sonríe, saluda a la gente y ríe con ella. Toma una de las cervezas que estan al lado de la tarima y la bebe, arroja un poco a sus seguidores y se prepara para el próximo tema.

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