jueves, 19 de marzo de 2009

Paseo Nocturno

Prendo un cigarrillo, y miro hacia la playa. Hace rato que pasó la medianoche. El sueño no aparece y no puedo dormir. Mi mirada se pierde en el océano y el ruido de las olas me atrae. De pronto, veo algo más. Una sombra aparece. Se mueve muy lento, casi flotando, como la niebla. Se dirige a la playa. No puedo distinguir bien que es, parece un fantasma, un alma que apenada busca su lugar en el mundo. El viento sopla y espanta a las nubes que tapaban la luna, y esta dirige toda su luz para iluminar a la sombra. Finalmente la puedo distinguir. Es una mujer, joven. Lleva un camisón blanco largo hasta los pies. Esta descalza. Camina lentamente, como si no quisiera, y se acerca cada vez más al mar. Este la mira expectante, ahora las olas se mecen al compás de la mujer, cada paso, una ola. La llaman, la incitan a seguir. La mujer se detiene, no sabe que hacer. Finalmente deja de dudar, y retoma sus pasos hacia el mar, que cada vez ruge más fuerte, como tratando de espantarla. Apenas moja sus pies descalzos, demuestra que todavía es humana, un estremecimiento por el frío. Pero sigue caminando, y se adentra cada vez más en el océano. Finalmente el agua le llega hasta la cintura, deja de temblar y mira una única vez al mundo que deja atrás. Siento que me mira a mi. Sonríe, mientras una sola lágrima plateada cae por sus mejillas. Mi garganta se cierra, no me deja gritar. No puedo advertirle que una ola enorme se alza a sus espaldas, la engulle, y ella desaparece. El cigarrillo se apaga, ahora es todo oscuridad. ¿Acaso fue una visión?

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