miércoles, 21 de octubre de 2009

El peligro del bosque

Es una noche oscura, clara, de luna llena. Si no fuese tan real pensaría que es un cliché. El olor fresco del bosque inunda mis fosas nasales, me exita. Corro con la máxima velocidad que me pueden dar mis miembros, esquivando árboles y raíces. Finalmente, llego a un claro.
Miro al cielo, la luna me llama. Es hermosa, decido detenerme un rato para admirarla. En su honor alzo un grito al cielo, un rugido que me sale desde lo más profundo de mi interior, de la misma manera que le pasaba a mis antepasados.
De pronto escucho un sonido, al principio apagado, luego creciente. Son pasos, pero irregulares, como si se estubiesen arrastrando. También puedo oler sangre. Ese inconfundible olor me atrae; mi estómago comienza a rugir.
Me acerco lentamente al lugar de donde provienen los pasos. Veo una forma acercarse, lentamente, pareciera que le cuesta cada paso. Temeroso, me oculto entre las sombras, prefiero ser cauto y ver a que me enfrento.
Finalmente la luz de la luna -que hermosa luna- ilumina la figura. Es una humana, cojea y veo como la sangre emana por su cintura. Mis pelos se erizan, mi boca se abre para mostrar los colmillos. Estoy listo para atacar.
De la nada, sin que yo me mueva, la humana cae. Pareceria ser un truco, un engaño para capturarme, pero un gemido que surge por debajo del cuerpo de la mujer me obliga a acercarme. Lentamente me dirigo al cuerpo y cuando comienzo a olfatearlo, ella se da vuelta con un grito desesperado que me hace pegar un salto hacia atrás. Ella me mira fijamente y yo a ella. El tiempo parecía que se había detenido, para volver con la misma rápidez. La humana finalmente se desvanece. Es fácil darse cuenta de que murió, el olor a sangre llena el lugar, y la nieve se tiñe de escarlata.
Pero hay algo que me aterra, que me perturba de sobremanera. Es otro aroma que emana el cuerpo de la mujer. Es un olor fuerte, una escencia que ya había sentido cuando mis hermanos eran atacados por los humanos. Ese olor provenía de un palo que escupía fuego y nos atravesaba. Me decido a mantenerme bien lejos de la fuente de ese olor. hay otras partes de su cuerpo que puedo comer. Sus brazos, ella lleva poca ropa por lo que va a ser fácil razgarla para devorar sus miembros. Doy la vuelta para poder morder con mayor facilidad mi objetivo, pero al acercarme otra vez ese gemido suena en el aire. Con precuación miro la fuente del grito y la sorpresa hace que de un paso atrás. ¡La humana estaba cargando a su cría!



continuará...

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