miércoles, 13 de octubre de 2010

"Para mí son hermanos"

Eran las 7 de la mañana cuando tocaron mi puerta. Nos despertamos como pudimos, desorientados, con resaca y el cuerpo dolorido. Nos miramos y reímos. Recordamos las locuras que realizamos la noche anterior, para terminar rendidos en mi casa. El timbre volvió a gritar. Nos estaban esperando. Como podemos nos vestimos para viajar durante una hora a Capilla del Señor, a un día de campo. Yo estaba mal, no agarré nada. Vos, por otro lado, tuviste la cordura como para llevar a tu novia, la que siempre te escucha y te canta.
Sin embargo, el viaje fue volver a un letargo para recuperar las capacidades. Y cuando llegamos el cielo se había cubierto de nubes. Seguramente se iba a largar una tormenta. Nos tomamos el primer café, reímos otra vez y ya preparaste a tu novia. Gentilmente la sacaste de la funda, tus dedos acariciaron suavemente sus curvas y empezamos. En ese momento estábamos solos. Nos convertimos en una guitarra que canta a dos voces. De pronto la gente nos escuchó, nos rodearon y se unieron a nuestros cantos. Nos convertimos en el centro de atención, pero a la vez estábamos solos.
El tiempo pasó, pero la guitarra siempre apareció, en la buenas y en las malas. La guitarra cantó en el balcón de mi casa, en hogares ajenos e incluso en Puerto Madero, la noche en la que la cordura se despidió por completo de mí. La guitarra siempre cantó.
Gracias por esa guitarra, por estar siempre, pero más que nada, gracias por permitirme ser la segunda voz de tu canto.

1 comentario:

Ariel dijo...

Sin decir muchas cosas quedaron claras, y se compartía mucho mas de lo que pensabas. Muchas veces los tres lloramos, ella chillaba, vos gritabas, y yo, gritando, los tapaba. Hubo salidas, hubo caminatas, hubo noches en vela, fueron veladas sagradas. Sin saber siempre enseñaste, con cada gesto y cada palabra.
Estas piernas nunca olvidan que te deben mucho de estar levantadas